Terapias energéticas como afinación martes, Abr 23 2013 

Nuestro cuerpo, y en él nuestra personalidad externa, son el instrumento que nos ha sido dado. El alma, nuestro músico interior, ensaya melodías y armonías. Desde el secreto mundo de lo invisible y con la exacta medida que sólo Ella conoce, intenta decir su canción. Unica, necesaria, nueva de toda novedad. La personalidad externa, el yo pequeñito que vino a servir y obedecer, a veces pretende mandar. Depositaria de pautas milenarias recibidas a través de la educación y de los genes, teje y desteje en el cuerpo: sus inspiraciones y sus trabas, errores familiares, errores atávicos, saberes familiares y atávicos. Repite y repite escalas y acordes, que se graban en las células del cuerpo. Bien o mal? Se graban siempre bien, pero a veces nos desafinan. El alma necesita expresar su melodía, su armonía, su ritmo. Unicos, siempre recién nacidos y plenos de sentido. Sentido para qué? para quién?. Para al Gran Todo y el pequeño todo que se necesitan uno al otro para el canto.

«Todo fluye» decía Heráclito, «no nos bañamos dos veces en el mismo río». La personalidad miedosa, habitando en el miedoso cuerpo, teme a la novedad. Se enquista en nuestros órganos, se abroquela en los huesos. Se asegura escuchando voces ajenas, extrañas, que suenan muy seguras y autoritarias y siempre prometen. Escuchando consejos y promesas engañosos, a veces olvidamos prestar atención a nuestra alma. Cómo nos habla el alma?

El Dr. Edward Bach, gran iniciador de la terapia vibracional mediante las esencias florales, nos lo dice de una manera simple: el alma se expresa mediante la intuición, el instinto, deseos. Pequeños deseos a veces, como tomar otra taza de té, caminar porque sí bajo la luz del sol, ordenar nuestros objetos cotidianos. Nada complejo, ninguna complicada teoría: lo real se expresa con simplicidad. Sólo hay que escucharlo, estar atentos a nuestro presente. Y no permitir que nadie interfiera o nos desvíe. No es esto egoísmo?  En todo caso, un Egoísmo indispensable: seguir los dictados de nuestro Ego/Alma/Yo superior.

Sí somos egoístas cuando intentamos manipular a otros para que sigan nuestra voluntad. Porque así como deseamos la libertad, y tenemos derecho a ella, debemos estar atentos para respetarla en el otro. La codicia es uno de los defectos más graves según Bach. Y no sólo la codicia de lo material, sino la de poseer a otros, subordinar otras voluntades a nuestras «verdades» o caprichos. A veces lo hacemos «con la mejor intención», nuestra codicia se disfraza de amor, de generosidad; «queremos evitarle al otro sufrimientos, o pérdidas de tiempo». Le tiramos nuestras «verdades» y nuestros «bienes» a baldazos. Y esperamos por supuesto que nos lo agradezca, salga de su equivocación y siga «por el camino derecho». Y nos asombramos de que el otro quede atontado y tiritando si el agua estaba fría, o totalmente acomodado y dependiente de nosotros si el agua estaba tibiecita.

Cómo sería el trabajo de un buen afinador? Lo primero, buen oído y amorosa atención. Tratar de descubrir la verdad que está luchando por despejar el otro, sus «acordes fundamentales». A partir de esta comprensión, que para nada es intelectual sino más bien vital, sentida más allá de las palabras, ayudarle a rescatar su bien. Así el otro se va afinando, y de paso nosotros también, como en todo intercambio regido por la buena voluntad, el conocimiento y el amor.

Las esencias florales, el reiki, la música, el sonido terapéutico de los cuencos, la palabra inspirada: todos diferentes instrumentos de afinación. Para que el cuerpo y en él la personalidad externa puedan sentir y dejarse guiar por los sabios y bellos impulsos del alma. El proceso a veces es lento y laborioso para el que somete a él. Requiere paciencia y sinceridad, sobre todo consigo mismo. Y cómo se evalúa el progreso? Por sus frutos, también es simple y clara la evaluación. Sentimos ir subiendo en la escala de la alegría y la paz interior. Esto nos permite ir cumpliendo cada día con nuestros más profundos objetivos y no tanto con lo que «los demás» esperan de nosotros. Con humildad, sin vanagloriarnos por nada: tenemos paz y buena música para compartir. Sin mentiras, sin palabras repetidas para disfrazar nuestro ser. Recordando lo que comentaba no recuerdo qué gran hombre, «Lo que usted es habla tan fuerte que no me deja escuchar lo que me está diciendo». Se empieza a experimentar un estado de gratitud, que nos brilla adentro tan simplemente como la luz del sol. Y al ir cambiando, sin darnos cuenta, la polaridad de nuestros imanes, vamos atrayendo otras armonías. La orquesta interior va coordinando con otros músicos, con otra música. Otros prójimos van haciéndose lugar a nuestro alrededor, o en los ya conocidos otros tonos, otros matices  empiezan a brillar para nosotros. Fruto esencial de comprobación de si «vamos bien»: los otros, las afinidades. Aquí aflora la verdad (o la mentira) y la belleza (o fealdad, lo que «no suena bien»).

Platón decía «la Belleza es el resplandor del Ser». Experimentar la belleza de nuestra vida como permanente aprendizaje. Aquí nace la mejor música en la cual el Alma se siente a sus anchas, expresando a través de persona y cuerpo. El proceso no es fácil, pero nada es fácil. Crecer en vida, crecer en voluntad, crecer en realización de nuestros ideales… Atención!! Estamos prometiendo…

Tomá nuestras promesas como tomaríamos un relato de ciencia ficción. Aperturas de la mente para liberar la imaginación, y crear. Crear qué? Tus propios modos, tus propios acordes. Mucho estudio, mucha disciplina son a veces necesarios para liberar la imaginación. Afinarse y escuchar la propia música, algo bello para compartir. Y seguir siempre aprendiendo. Como es infinito el intercambio, y permanente, cada día nos descubre un nuevo desafío, un nuevo modo de compartir, nuevas fórmulas para descifrar nuestro misterio, y Ser.

Secreto, apropiaciones y libertad en la Naturaleza jueves, Jul 8 2010 

Quizás este tema es muy pretencioso, pero como todo en nuestro Universo, es de libre acceso para quien se esfuerza por comprender. Vemos cómo han accedido a algunas de sus claves la ciencia y la tecnología. El humano ha desarrollado, para bien o para mal, una segunda naturaleza en el planeta. Para bien o para mal? Esto no vamos a discutirlo por ahora. Habría que analizar y comprender caso por caso, de lo general a lo particular, de lo particular a lo general, y cada uno puede llegar a una conclusión según su marco de referencia valorativo. Pero nos interesa subrayar el «libre acceso a las fuentes» que pone de manifiesto todo este proceso. Con o sin respeto por la naturaleza, por la humanidad y por cada ser individualmente considerado, se ha investigado y mutado la tierra, el agua, el aire y el fuego, para decirlo con palabras totalizadoras que utilizaría algún sabio antiguo visitándonos. Estamos sufriendo y también disfrrutando de los resultados de estas investigaciones y su aplicación práctica. Cada tanto nuestra Tierra respira hondo y nos tose, o nos vomita (ella como nosotros, en sus sagradas leyes, es libre), pero también nos acuna y sostiene con su nutritivo amor.

Imaginemos ahora una ciencia consciente y amorosa, respetuosa de la maravilla y el poder de recuperación de la naturaleza. Una conciencia insistentemente libre y solidaria, jugando a ser Dios y construyendo con verdadera inteligencia. Imaginemos miríadas de «hackers» minando alegremente la estructura pesada y vieja de lo creado con intereses ciegos y primitivos. Imaginemos un gran tornado de creadores introduciéndose en los vacíos que existen en la gran maquinaria de los involutivos, haciendo estallar y florecer semillas frescas, en traviesa complicidad con la madre Tierra y el padre Cielo. Imaginemos… estos «hackers», unidos, jamás serían vencidos.

Como sabemos, también se hacen intentos, a veces exitosos, de mutar y manipular las conciencias, pero aquí pienso que se han topado con una gran barrera y un freno. Las claves más profundas de cada ser humano sólo son accesibles a sí mismo. Puede acceder a ellas y compartirlas sólo si quiere. La manipulación del libre secreto de cada conciencia es imposible forzándola desde afuera. En este vacío de poder radica la gran posibilidad. El proyecto entonces sería conocer para jugar, y jugar limpio. Jugar creando y compartiendo. Con profundo respeto por las sagradas claves de Todo, y agradecimiento por la libertad de la Vida. Quizás de este modo Ella nos quiera compartir sus más secretas fuentes de regeneración.

libertad: ser o nada? martes, Jun 29 2010 

La nuestra es una época libertaria. Libre comunicación, libre acceso a la información, libre navegación por los océanos virtuales. Cada uno librado a su afinidad, a su propio criterio de discernimiento y selección.

«Desconfío» puede decir cada quién ante cualquier «verdad absoluta» que se presente como un mazazo con la fuerza de la «evidencia». Evidencia para quién, y según qué parámetros? La globalización hace pequeños nuestros antiguos «absolutos», relativiza nuestros conceptos de «progreso» y «superioridad» en relación a maneras de concebir la realidad e interactuar con ella creativamente.

Por ejemplo, podemos preguntarnos:

cuál es la mejor forma de sanarnos?

cuál es la mejor manera de organizarnos grupalmente?

cuál es el camino más seguro y claro para educar y educarnos?

cómo vivir, para qué vivir, a qué vale la pena dedicar el propio esfuerzo, la propia vida?

No sé a ustedes, pero a mí, antes de emitir cualquier respuesta a estas preguntas, me nace un rotundo «depende». Y no se trata de un alegre o despreocupado relativismo donde «de pronto todo vale», o como dicen los chicos «cuál es?». No, la posibilidad de ejercer la propia libertad, al menos en cuanto a libre decisión interior, lleva como su opuesto (supuesto) implícito una absoluta necesidad de fundamento real para cualquier respuesta que nos demos.

Cómo sería un fundamento real que nazca y se pare como un niño descubriendo la vida, con los ojos bien abiertos, flotando seguro en el océano de virtualidades?

Ser o no ser? Mi fundamento diría «Ser». Plenitud o nada? Mi fundamento, ahora, diría «plenitud». La sobreabundancia de la vida a veces se hace presente en nuestro sentir, y damos estas respuestas… Pero también están las del vacío, el necesario «no ser», «ya no ser más», lo que se nos ha mostrado como ilusorio o insano.

Quizás es ésta una época análoga a la de Descartes, cuando nacía un mundo nuevo y era necesario y sano ejercitar una buena dosis de «duda metódica». Nuestro aspecto de naturaleza nos exige destruir para dar lugar a nuevos nacimientos, y pocas actitudes más demoledoras que la duda. Dudar es en cierto sentido saber que somos limitados y mortales, al menos en una faceta de nuestro ser, y que estamos en evolución. Entonces, aunque abracemos una religión, una postura filosófica o política, una ideología, lo que sea que proporcione un marco de referencia a nuestras elecciones y actos, una hendija por donde se cuela la duda suele ser saludable…

Pero esto que siento ahora es más poderoso: es como estar en medio de un tornado de soledades, gritando sin embargo «yo soy», «nosotros somos», y una gran fogata en el corazón iluminando toda noche, y esperando confiada y con certeza un nuevo amanecer.

(esto fue escrito el 27-6-2010, bajo conjunción Urano-Júpiter en Aries, en oposición Saturno en Libra ;), me dí cuenta de esto bastante después de haberlo escrito)

De evoluciones, medidas y otras yerbas… lunes, Feb 15 2010 

El número, la forma, la medida. Creo, y cuando digo creo quiero decir tengo la certeza, que no somos seres casuales. Potencialmente únicos, irrepetibles, y constantemente aspirando a la medida exacta. Como si hubiera un molde perfecto, invisible, que hemos vislumbrado en relámpagos intermitentes de conciencia y nos esforzáramos entre sueños por modelar nuestra materia hacia él.

«Conócete a ti mismo» era la inscripción a la entrada del templo de Delfos. «Nada en exceso» era el siguiente consejo. Y luego la generosa promesa: «conocerás el Universo y los dioses». Alusiones veladas a la Astrología, la Numerología, la Psicología filosófica, desarrolladas desde muy antiguo para enfocar en diversos ángulos la misma búsqueda. En la modernidad se añaden otros métodos de investigación, a través de múltiples ciencias. En fin, sólo aproximaciones con infinidad de métodos de lo que en definitiva buscamos: la íntima comprensión de nuestro velado plan, que intuímos diseñado en nosotros por un Yo interno y superior. Para poder realizarlo desde adentro, por así decirlo, como desde una semilla, haciendo coincidir al final completamente nuestra creación con la aspiración originaria.

«Busca y encontrarás», «El que busca encuentra» y «al que llama se le abrirá». Todos los maestros espirituales han expresado de distinta manera esta invitación. Los que vivimos en el mundo adaptándonos, revolucionando, creando en lo material con diversos grados de éxito y libertad, solemos sin embargo guardar en lo íntimo una secreta nostalgia. Un «no sé qué» que nos inquieta y aflora de tanto en tanto. En la jerga psicológica que utilizamos a diario lo llamamos «angustia», «depresión», «ansiedad», según con qué matices se manifieste en cada ser y en cada etapa de su vida. Quizás se trata de esa idea originaria del proyecto de esta vida que transitamos. Nos reclama silenciosamente y nos urge, porque está enlazado veladamente con la conciencia de que, en cierto sentido, somos mortales. En un tiempo limitado hemos de concretar nuestra creación, nuestro bello sueño con que llegamos a este mundo al nacer. Un sentido, una ubicación en lo inmenso, desde donde participar armónicamente en la gran sinfonía con nuestros hermanos, y siguiendo el milagroso ritmo de las estrellas.

Buscamos indicios en libros sagrados, análisis y comprensión de nuestra carta astrológica, estudio numerológico de nuestro nombre, o diversas ciencias que se consideran más «objetivas». Buscamos con esperanza o con desesperación, instintivamente seguros de que nada es al azar en nuestro universo. «Dios no juega a los dados» decía Einstein. En esta búsqueda, como recorriendo un laberinto, muchas veces nos topamos con pasos cerrados, donde es imposible seguir, al menos no de la misma manera en que veníamos transitándolo. Entonces volvemos atrás, por así decirlo, y nos esforzamos en elevarnos a un nivel más alto, donde las paredes del laberinto parecen ceder luminosas a nuestra voluntad de crear el camino. Los peligros en esta travesía son múltiples, como múltiples las soluciones. Dependencas familiares, dependencias de «gurúes» o «maestros» (que tanto abundan en nuestro tiempo), dependencias de terapeutas, grupos, substancias. En fin, todas las formas de eludir nuestra capacidad creativa única y salvadora. Porque también instintivamente sabemos que somos libres, o que estamos acá para, en medio de la materia y amasándola con amor, llegar a ser libres.

«La Verdad os hará libres» dice Jesús. Pero también «entrad por la puerta estrecha», «muchos llamados y pocos elegidos». Mensajes expresados también en los mitos y leyendas, y en tradicionales cuentos infantiles. Los héroes y heroínas deben atravesar difíciles pruebas, soportar privaciones y peligros, para vencer con valor e inteligencia y llegar al final feliz. Muy valiente y decidido, y muy puro de corazón hay que ser para aventurarse a ser completamente uno mismo. Pero creo que es la causa más insoslayable y genuina a la cual entregarnos. Para desde ahí, y a medida que sorteamos las pruebas de aprendizaje, participar en lo social, en lo comunitario.

Nuestra alma sabe que no puede «salvarse» o «ser» sola. A medida que se va descubriendo o develando, más y más necesita acceder a la comunidad con sus hermanos. Esto va ampliándose, como en círculos concéntricos, hasta abarcar en lo posible a todos los seres vivientes. Con la debida discriminación, claro está. La conciencia nos va definiendo y ordenando con quienes y en qué podemos cooperar. El concepto de discriminación ha sido muy mal comprendido en nuestra época. Decir «estás discriminando» es casi una ascusación de maldad. Y sin embargo, en su justa medida, la discriminación es imprescindible. Para unir armónicamente es necesario ordenar, ubicar en el propio universo los límites, las afinidades, los valores. La comprensión y el amor a veces se confunde con «todo vale» o «todo bien», como dicen los chicos, en el sentido de mezclarlo todo como caiga.

Siendo sincero con un mismo, y sabiendo que estamos en proceso de aprendizaje, vamos afinando la capacidad de «sentir» al otro y de respetar nuestro sentir, y así responder a nuestra vocación (en el sentido de «llamado»). Entonces sabemos que tenemos límites, nuestro cuerpo nos marca los límites, sentimos cuando algo o alguien nos «desafina» y no pretendemos ir más allá de nuestras posibilidades. Sin juzgar, claro está, sabiendo que cada cual atiende su juego, como en el Antón Pirulero de cuando éramos niños. Y también sometiéndonos a veces a ciertos niveles de sacrificio cuando la vocación lo requiere. Pero como decíamos al principio, con medida, nada en exceso. Cuando nos excedemos solemos pretender forzar a otros a seguirnos porque nos creemos en la verdad absoluta.

Y para terminar, porque cuando empezamos a hablar de estas cosas no terminamos nunca, quisiera rendir un homenaje. Así aclaro mejor lo que he experimentado acerca de las dependencias. Todos en algún momento, en esta encarnación o en otra, hemos tenido la alegría de encontrar a alguien que nos ha despertado el maestro interior. Que nos ha ayudado a ir descubriendo en libros, en emociones, en arte, en difíciles trabajos y pacientes esperas, a nuestra guía interna. Y cuando digo interna quiero decir superior, del «primer piso» de nuestra morada. Mi despertador en esta vida se llamó Rolo. Yo lo sentía maestro, pero tuvo la maestría de llegar a ser mi amigo, para lo cual debí después de larga lucha, independizarme. En eso estamos, compañeros de ruta, casi casi acercándonos al desprendimiento final…

En el mes del amigo (para Vivi, que me estará inspirando y leyendo, las dos cosas) miércoles, Jul 22 2009 

Felices días, Amigos! Algunos de ustedes están ya del otro lado del espejo, donde el cuerpo físico no nos refleja más porque cumplida su tarea ya no es necesario. Es probable que tampoco reciban Internet, pero confío en que existe otra red, mucho más instantánea, verdadera y sin interferencias. Tenemos quizás la posibilidad de aprender a conectarnos, para seguir intercambiando vida.

Amistad es vida que nunca se apaga, vida real, no sólo de palabras e imágenes. Vida como una antorcha que nos pasamos de mano en mano y nos alumbra. Nos alumbra y nos nace. Nace y renace, desde las cenizas de nuestros errores. Porque un amigo es alguien que nos ve la espalda, ahí donde nosotros no llegamos, y con amor enciende una fogata para quemar todo lo que ya no nos sirve. En ese calor, a esa luz, nos contamos en rueda nuestros cuentos, nuestras historias, a veces con vergüenza, y nos cantamos también nuestras canciones. Canciones de cuna a veces, para aliviar el dolor y dormirnos. Y despertar siempre a un nuevo día, más sabios y ligeros, de este lado o del otro del espejo.

ser o no ser?…mejor me enfermo martes, Jul 14 2009 

Hay muchas maneras de concebir y asumir la enfermedad. En este momento, aquí y ahora, bombardeados como estamos los argentinos de propagandas de desinfectantes, medicamentos y consejos preventivos, me nació la frase que titula esta nota . Naturalmente, no nació de la nada. Mi  alma, mi mente y  mi corazón han  recibido y aceptado innumerables semillas, germinadas en opiniones y certezas que me alumbran y me salvan. De qué me salvan? Ante todo del miedo. Aprendí que el mejor salvoconducto es el valor de vivir y de ser, dentro del infinito universo. Ser ese único que hemos venido a manifestar en este escalón de nuestro aprendizaje, es decir, nuestra encarnación actual. Ser en medio de la constelación de familiares, amigos, compatriotas, compañeros de viaje en esta gran nave viviente que es nuestra tierra.

Aterricemos entonces, arremanguémonos, y metamos las manos en la masa, sin miedos, sin egoísmos aislacionistas. Quizás es mejor abrazar a un amigo que comprar una docena de barbijos y una damajuana de alcohol en gel, y un abrazo no se compra ni se vende, sanación igualitaria para todo bolsillo y muy saludable. Quizás abandonar las fuentes de nuestro alimento y alegría, como un grupo de aprendizaje, un coro, un conjunto donde hacemos buena música, sea tan peligroso como sumergirnos en un gran pozo de gérmenes, a gusto del consumidor.

Está bien, me digo, «ni muy muy ni tan tan». Suelo irme de un extremo al otro por contrera nomás. Por reacción ante una tendencia que percibo, y que pone en alerta todos mis anticuerpos, largamente cultivados durante toda mi vida. Quizás esto que nos está pasando tiene su aspecto sanador y positivo. Quizás ayuda a romper estructuras de relación y rutinas de vida que ya no nos hacían crecer. Pero estemos atentos a encontrar en nuestros nuevos rumbos, cada uno en su lugar y a su modo, aquello que alimente su valor, su comprensión y su entusiasmo. Porque esto constituye a mi entender el mejor antídoto, la mejor vacuna, y el más efectivo repelente de cuanto virus anda suelto, de la A a la Z.

Y si nos enfermamos? Con esperanza, escuchemos los versos de Schiller: «Hermanos, sobre el mundo de los astros ha de vivir un padre bondadoso», metáfora bella y verdadera si las hay para expresar nuestra visión de ese Ser presente y orientador de nuestro destino. Confiemos encontrar un verdadero médico, de esos que son un poco héroes y un poco sacerdotes, guerreros de la vida, que no venden su saber y su compasión en ningún mercado. De esos que aún respetan lo sagrado del ser de cada uno, y por eso podrá ayudarnos a retomar las riendas de nuestra propia salud.

sobre libertad, metáforas y otras yerbas… domingo, Jul 5 2009 

Donde hay entusiasmo y amor no está ausente lo sagrado. Donde hay entusiasmo, amor y diálogo no hay pretensiones de manipular. Metáforas vivas transmiten vida, contagian entusiasmo, pero siempre que expresen una verdad viviente en el espíritu de quien las usa.

Espíritu, metáfora de libertad, porque si me expreso desde el espíritu tengo la posibilidad de que el Todo se exprese de buen grado a través de mis metáforas. Acá no puede haber camelo, dominación, no nos interesa. Defendemos con entusiasmo algo que consideramos verdadero y valioso, y lo vestimos con las metáforas que sentimos más traducibles a cualquier idioma individual en nuestros interlocutores.

El movimiento del Software Libre para mí es una expresión de la libertad viva en las creaciones humanas. Me convoca este movimiento como consecuencia de derivar directamente de disposiciones humanas como la solidaridad y la libertad.

En cada uno, la libertad es una posibilidad originaria, hay que desarrollarla, hay que crear el puente entre su mero enunciado teórico y la concreta realidad en hechos en nuestra vida. Algunos a este puente llaman «alma», palabra expropiada por religiones institucionalizadas por lo cual provoca cierto rechazo en algunas estructuras mentales en la actualidad. Muchas verdades fundamentales han sido transmitidas en forma de leyendas, mitos, textos llamados sagrados, acertijos y cuentos populares, en fin metáforas, y emiten señales acerca de distintos caminos para desarrollar esta potencial libertad.

Amigos, para transmitir entusiasmo hay que estar de verdad entusiasmado (de «en-Zeus», metáfora de una viviente conexión con el «todo en el cual nos movemos y tenemos nuestro ser»). Para transmitir luz hay que tener encendida de verdad una luz, un pequeño o gran sol  encendido en el corazón y en la mente, que entonces vibra en la voz o en la escritura y puede inducir a otros a encender también sus luces. Y esa luz, pequeña o gran luz, debe poder sumarse o armonizarse con todas las luces posibles, de todos los colores, para poder integrar una poderosa luz blanca, metáfora por excelencia de universalidad.

Entusiasmar, iluminar, pero no manipular al modo de los malos políticos. Creo en los buenos políticos, cuya verdad no está en venta, ni tampoco su entusiasmo, por lo que no transan por intereses limitados o limitantes. Tienen sí amplitud suficiente como para detectar la chispa de verdad y liberación en las distintas metáforas que usan otros humanos, y por eso pueden fundar un mundo cooperativo y fraterno. Esta política me interesa, y puede armonizarse total y perfectamente con lo que llamo mi religión, mi belleza y mi verdad. Unidad indivisible e invisible que mueve mi entusiasmo, y que como trato de hacerla cada vez más libre está permanentemente en movimiento.

Analogías de la libertad II. jueves, Mar 19 2009 

Escuchando hoy una noticia por la radio descubrí algunos hilos de conexión en esta trama del nuevo mundo que quisiera ver nacer.

Se trata de unas comunidades indígenas de Santiago del Estero que están defendiendo sus tierras y sufriendo por ello salvajes ataques. Quieren desalojarlos y eliminar su franja de bosque gracias al cual conservan su vida . Una empresa «adquirió» las tierras, es decir consiguió títulos de propiedad en complicidad con alguna autoridad de turno (no interesan los nombres ya que es un procediimiento tan repetido y viejo como el mundo). Me dije, «esto tiene que ver con la lucha por la libre circulación del conocimiento, con el mundo que siembra el movimiento de Software Libre». «Qué’tiene que ver? Esta mina mezcla todo», escucho por ahí. Veamos, los pueblos originarios de Santiago vivían comunitariamente en la tierra, «nuestra tierra» dicen, cuidaban su bosque, guardián de su sustento en medio del desierto salitroso. Para ellos el bosque es «sagrado», es decir, no se destruye, debe cuidarse, respetarse, resguardarse, como la tierra misma que los cobija y alimenta, como su vida comunitaria y sus pautas ancestrales de convivencia. Pero hete aquí que aparece el «progreso», la «civilización» (¿algún parecido con «sí» a la «vilización»?) con legalísimos títulos de propiedad, a robar y profanar, a apropiarse indebidamente de lo que debería compartirse para mejor proteger y cuidar. Me hizo acordar a los comienzos del movimiento del software libre, cuando se planteó la oposición entre dos actitudes básicas: me apropio y sólo te vendo la licencia de uso de los programas, y la reacción para preservar la creación comunitaria y el compartir. Dos mundos disputándose el derecho a la vida. El de la propiedad privada del conocimiento («privada del» conocimiento, tal cual), las patentes (mediante las cuales los países más desarrollados someten a los menos), la conversión inmediata de la inteligencia y la creatividad en pesos, en moneda corriente, donde todo se compra y se vende, el mundo del dios Mercado. Y por otro lado el mundo del crear y compartir, donde el don sagrado de la inteligencia creando no se compra ni se vende, se ofrenda para que aquel que tiene necesidad lo reciba y multiplique.

Me delliré? Puede ser… Pero ví una tentadora analogía. Aunque no sea lo mismo la propiedad de la tierra y el derecho a preservar los propios valores a la propiedad de la creación artística e intelectual. Una es un «bien escaso», así dicen. La otra puede compartirse y desparramarse, gracias a las nuevas tecnologías, buscando la forma de que rinda con justicia sus frutos, de que no se agote sino que se potencie y perfeccione para bien de la humanidad. Pero en cuanto a lo humano, a la actitud básica de la que todo mundo surge, para mí hay una relación. Digo yo, la avaricia de la posesión de riquezas materiales, no profana de igual modo el sagrado don de la vida?. La ciega imposición por la fuerza de pautas culturales y valores viciados de hipocresía, no profana el sagrado don de la libertad con la que todos los humanos nacemos?

Quizás es hora de reemplazar la dialéctica del amo y el esclavo con que para Hegel se iniciaba la historia humana por la dialéctica de la libre cooperación entre pares, mucho más satisfactoria. Educación, no apropiación. Educación para la libertad. Educación de la libertad, don con el que todos nacemos pero sólo como posibilidad, como semilla que lleva toda la vida hacer brotar y crecer. Semilla que crecerá quizás, a condición de que la cuidemos y alimentemos, cada uno, y si es posible entre todos.

Filosofía y sanación (revisada) domingo, Mar 15 2009 

Gris, querido amigo es toda teoría,
mas es verde el árbol dorado de la vida”

Goethe

En la antigua Grecia, la Filosofía era considerada por uno de sus padres, Sócrates, medicina para el alma. Ya su nombre, etimológicamente analizado, señalaba su función en la vida del hombre: “filos” (amor) y “sofía” (sabiduría) amor a la sabiduría. El filósofo, lejos de alimentar teorías abstractas, era un “médico del alma”. Alguien que como Sócrates, había pasado por el “conócete a ti mismo” llegando al “sólo sé que no sé nada”, y por eso era capaz de indagar en cada uno de sus interlocutores hasta lograr que fuera dando a luz los conceptos. Partero de conceptos, el filósofo, pero no cualquier concepto, sino fundamentalmente aquellos referentes a valores, a virtudes, sobre los cuales fundar una sana conducta acorde con la propia alma.
Y precisamente de eso se trata la salud, al decir de un médico y pensador más contemporáneo, el Dr. Edward Bach, creador de un conocido sistema de terapia floral. Para el Dr. Bach la enfermedad tiene su origen en el plano energético, regido por las emociones y el pensamiento. Nuestra alma viene a esta vida para adquirir experiencia y expresarse. Cuando la personalidad se pliega a esta expresión, cuando en armonía con los mandatos y necesidades de nuestra alma o ser interior, vive y realiza la misión y el aprendizaje necesarios, estamos sanos. Si la personalidad externa interfiere, se opone, o permite que algún otro interfiera en esta tarea, nos enfermamos. La otra causa de la enfermedad para Bach está también en este plano ético: cuando interferimos en la vida de otro y le causamos daño, o no le permitimos ser. Este sistema terapéutico apunta entonces a que uno tome conciencia del error que está cometiendo y origina el desequilibrio, y ayudado por las esencias florales, que actúan en el plano energético, vuelva a la armonía entre el alma y la personalidad, y entonces a la perfecta salud y alegría. Todo en la naturaleza es simple, y comprendiendo y respetando esta simple belleza es como aprendemos a vivir y a sanar.

La enfermedad entonces tendría una finalidad redentora: nos llama la atención para que enmendemos nuestras fallas y sigamos desarrollando la profunda individualidad que viene a desplegarse en esta vida, con el cuerpo material como vehículo transitorio. Como todo en una Naturaleza creada y regida por el Amor, la enfermedad, lejos de ser un castigo, es una oportunidad de crecimiento. No importa tanto entonces cuáles son sus causas materiales (gérmenes, virus…), ni la descripción y clasificación de los síntomas, sino aquella actitud o emoción que nos vuelve vulnerables a la acción de elementos o fuerzas hostiles a nuestro cuerpo. Ya no preguntaremos por qué nos enfermamos, sino para qué. El paciente no es un “caso”de “tal órgano enfermo”, sino un ser buscando la integración de sus tres aspectos: alma, personalidad y cuerpo material. Y todo esto, que constituye su individualidad en evolución, debe estar en armonía con el Ser mayor, la Gran Unidad amorosa de la cual todos formamos parte.

Vemos entonces que la salud y la enfermdead están en íntima relación con la evolución del hombre. El individuo en desarrollo y la Humanidad. Porque no nos podemos sanar solos. La sabiduría del Padre inscribió en nuestro ser profundo “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, y la llamada Regla de Oro, “Así como quieres que los hombres hagan contigo, haz tú con ellos”: el aprendizaje y la curación se realizan en comunidad. Nadie está sano si es indiferente al sufrimiento del otro. La salud es una bendición en movimiento que crece cuanto más se brinda.

Pero la salud, al mismo tiempo, es un bien que debe ser buscado por cada uno, deseado, y desarrollado libremente por cada individuo, desde lo más íntimo. El libre albedrío es una clave que, según los antiguos libros de sabiduría de todas las culturas, nos daría razón del sufrimiento, de la enfermedad, de lo que llamamos el “mal”. Así, nuestro aprendizaje y crecimiento será por libre elección, por necesidad del alma, que con amor va logrando que la personalidad le permita cumplir la misión, la tarea para la cual nació esta vez. Esta vida actual no es más que un paso en un largo aprendizaje, “un día de colegio”, dice Bach. A través de sucesivas encarnaciones(*) el ser se va desarrollando, corrigiendo errores, hasta llegar a participar plenamente del Amor consciente para el cual fue creado. En este proceso, nadie, ni el Creador, puede forzarnos a estar sanos y alegres, y crecer y ayudar a crecer a otros. Esto tiene que ser elegido, buscado, la mayoría de las veces un poco a ciegas, ya que lo que llamamos nuestra conciencia es sólo la punta saliente de un inmenso iceberg sumergido. A medida que nos hacemos verdaderos, estamos más en el camino de la Verdad, con más conciencia. Y en el proceso también puede ayudarnos lo que llamamos “enfermedad”o “mal”: cuántos casos hay de cambios radicales de forma de sentir y actuar a partir de una enfermedad o crisis grave. Y entonces la sanación no es sólo producto de un medicamento bien administrado, o una acertada intervención quirúrgica, sino de la comprensión libremente buscada y lograda por el mismo paciente, que aprendió a “conocerse a sí mismo” y superar la prueba.

(*) Esta idea de la reencarnación podemos aceptarla o no. En realidad no se trata de ‘creer’ o ‘no creer’, sino de investigar, como se está haciendo en universidades y centros de estudio de diferentes partes del mundo. De aceptarla, es una idea que contribuye a hacer más coherente y racional nuestra vida y lo que llamamos nuestra muerte.

Más contemporáneamente y desde otra perspectiva, T. Dethlefsen y R. Dahlke en “La enfermedad como camino” presentan una concepción del hombre, la salud, la enfermedad y la curación bastante afín con la filosofía de Bach. Dicen en el Prólogo: “Este libro es incómodo porque arrebata al ser humano el recurso de utilizar la enfermedad a modo de coartada para rehuir problemas pendientes. Nos proponemos demostrar que el enfermo no es víctima inocente de errores de la Naturaleza, sino su propio verdugo. Y con esto no nos referimos a la contaminación del medio ambiente, a los males de la civilización, a la vida insalubre ni a “villanos” similares, sino que pretendemos situar en primer plano el aspecto metafísico de la enfermedad. A esta luz, los síntomas se revelan como manifestaciones físicas de conflictos psíquicos, y su mensaje puede descubrir el problema de cada paciente”.

Muy sintéticamente reseñaremos su posición. El hombre es un ser en evolución, que vive por lo común inmerso en un mundo de opuestos, el mundo de la polaridad (bien/mal, luz/oscuridad, actividad/pasividad, etc. etc). Todo lo que un individuo rechaza absolutamente como que “no va con él” o es juzgado por él como “absolutamente malo” (por ejemplo agresividad, ociosidad, sensualidad, debilidad, o cualquier otra forma de manifestación rechazada) queda en él formando parte de “la sombra”, depósito inconsciente de su psiquis. Y desde allí la única forma que estos principios rechazados tienen para expresarse, ya que el individuo ha forjado una estructura rígida por donde no pueden filtrarse, es a través de la enfermedad. Esta sería un medio para que el individuo “se sincere”, manifieste esa tendencia rechazada y sepultada en “la sombra”, y la integre si logra comprenderla y aceptarla. Y de paso esto lo pone en disposición de comprender y aceptar a otros. La curación, entonces, no consistirá en volverlo rápidamente a la “normalidad” de sus limitaciones, falta de sinceridad y egoísmo, sino en ayudar a su Ser profundo (distinto del Ego) a manifestarse. El terapeuta tendría que ponerse a favor de la evolución, que tiende a llevar a cada individuo del egoísmo al Ser, de la polaridad (en que rechaza lo opuesto a lo que en una etapa considera como “lo mejor”) a la Unidad que lo comprende todo.

Volvamos a nuestro planteo inicial sobre la Filosofía, la cual como actitud de “amor a la sabiduría”, podría considerarse sanadora. Daría lugar a un conocimiento muy especial en cada uno de nosotros. Un conocimiento que se busca con todas las funciones del propio ser, ya que se funda en el amor, y que nos armoniza, nos equilibra, de adentro hacia fuera. Un conocimiento que va transmutando nuestras emociones y acciones y así nos hace sanos y alegres. Y simples, porque nos acerca al Uno. Este “conocimiento”, jugando con la palabra, quizás no es ni más ni menos que “cimiento del cono”, y para qué está el cimiento del cono sino para fundar el ascenso hacia el vértice superior, donde todo podemos comprenderlo desde el Uno?

Los maestros de todas las grandes religiones y escuelas de sabiduría nos han dejado señales indicativas del camino que puede conducirnos en esta búsqueda, que nos lleva cuando es verdadera no a “evadirnos a otro mundo”, sino a asumir nuestra función presente en la evolución de nuestro ser y el de nuestro prójimo. Quizás ésta sea la única salud que valga la pena, y todas las dolencias y sus curaciones por las que tengamos que atravesar sólo etapas transitorias de este gran aprendizaje.

No queremos con todas estas reflexiones reducir la función del médico a la de “salvador de almas”, ni dejar de lado los distintos caminos que a través de la historia han recorrido aquellos cuya vocación es auxiliar a sus prójimos en sus sufrimientos. Pensamos que todo enfoque puede ser válido si está encuadrado en una búsqueda de Verdad y Bien, y cuando se selecciona la forma de terapia en función de la necesidad del paciente y no de otras motivaciones. La llamada “docta ignorancia”de Sócrates, de la cual partimos, quizás sea una actitud básica que pueda ayudar al médico a preguntar profundamente al paciente cuál es su dolencia y el sentido de lo que le está ocurriendo, y a partir de allí tener la receptividad necesaria para recibir una inspiración acerca del tratamiento y la orientación adecuados.

Karl Jaspers, pensador contemporáneo que reunía en sí la triple condición de médico, filósofo, y enfermo crónico, ha desarrollado una interesante concepción de la enfermedad y su curación, que si bien en ciertos aspectos es totalmente opuesta a la tendencia a poner el acento sobre la causalidad “metafísica”o “ética”de la enfermedad, llega a la siguente descripción del médico ideal, encarnado en su propio médico, el Dr. Víctor Fraenkel: ¨Su existencia se convirtió para mí en la experiencia fundamental de lo que un médico en absoluto debe ser, en la encarnación prototípica del médico. En el trato con cada uno de sus pacientes poseía en mi opinión una capacidad insospechada de acomodación. Sacrificando su propio yo, se ponía en el lugar del otro; pero con la ventaja de una inteligencia clara, realista, que le abría perspectivas mayores que las del enfermo a quien quería ayudar. Era capaz de entrar en el mundo de cada uno de sus pacientes con sus necesidades, sus valoraciones y sus objetivos peculiares, como si él, por un instante, fuese totalmente uno con el enfermo”.

Diana Venturini

Bajo el sol, en SOLAR domingo, Dic 28 2008 

28 de Diciembre de 2008

Resumen, balance, proyecto.

En esta época uno suele tender a realizar estas tres actividades, y es lo que sin querer queriendo me he estado llevando a hacer. A veces con los ojos vendados, como cuando jugábamos al gallito ciego, descubriendo qué o quién iba apareciendo cada vez que nos sacábamos la venda. Por momentos tratando de abrir bien los ojos para que no se me escape nada, ninguna agachada, ninguna disculpa o disfraz de la más cruda realidad, que aunque cueste verla, aceptarla y apreciarla, es la más bella y fecunda compañía que uno puede tener cuando se pone en estas «camisas de once varas». Porque no hay nada más difícil que mirarse con honestidad, evaluarse y comprenderse, a fin de no caer bajo el propio rayo exterminador de juez implacable. Así uno puede seguir intentándolo, una y otra vez, la realización de los ideales que dice amar.

Qué es lo que me ha llevado a estar en SOLAR todo este tiempo, a pesar de  ser sus objetivos aparentemente tan diversos  a todo lo que me ha movido en mis otras facetas de actividad? Debo preguntármelo una y otra vez cuando hago mis balances, cuando me pongo firme conmigo misma e ignoro voluntariosamente las miradas extrañadas de mis amigos de toda la vida, con los cuales no puedo en absoluto compartir lo que me atrae de SOLAR (quizás no sé compartir y convencer, me enojo y me encierro).

Se trata de lo humano, y de lo nuclear en lo humano, eso que llamamos libertad. Para mí SOLAR, su lucha y su gente, representan una concreta vía de afirmación de nuestra humanidad y nuestra libertad. Del «a pesar de todo vale la pena seguir, y tiene sentido».

Si me pregunto qué he hecho de real  para participar en esto. mi «curriculum de solarense», puedo tomar dos caminoa. Ponerme colorada de vergüenza, presentar la renuncia y salir corriendo (esta vía me resulta fácil, tentadora, y cada tanto tiendo a caer en ella), o aceptar mi medida con humildad y compararme sólo con lo que realistamente me hubiera gustado aportar y aún no lo he hecho (pero hay tiempo…).
Qué de bueno puedo anotar en el activo, veamos. Amigos, personas que valoro y respeto aunque muchas veces esté en total desacuerdo con sus verdades. Estímulo y entusiasmo para  emprender cada día a pesar de las noticias que tienen más prensa.
Posibilidad de compartir mis verdades, aunque muchas veces produzcan rechazo en algunos y una cierta sonrisa condescendiente en otros.
Lo nuevo de este año: mis compañeros del programa de radio, los «oveja fm», a quienes estoy muy agradecida por su compañía, su frescura y sinceridad. Ellos me han dado valor para intentar algo que me cuesta mucho y nunca me había animado a hacer: exporesarme oralmente, con mis palabras, salga lo que salga.
No  quiero olvidarme de nadie, por eso no doy ningún nombre, son much@s l@s que me han acompañado, con cara conocida o desconocida aún, pero cuya alma se me ha asomado en las listas para darme lo nuevo, lo rico y lleno de vida, que a veces es tanto que por momentos me asusta y empiezo a no ver bien  y me escapo a  cantar, cocinar,  o jugar en el mundo de  las energías sanadoras. Por eso por temporadas desaparezco y parece que me morí, pero «no estaba muerta, andaba de parranda».
Proyecto para lo que viene. En principio, seguir como hasta ahora, insistiendo, «siga pancha por su vía», a veces «aunque vengan degollando»: Intentar mayor participación concreta, en vivo y en directo, quizás en los talleres de Estación Provincial (aunque lo único que hasta ahora hago allí sea decir muchas pavadeces y cebar buenos mates), y también en la radio, siempre que los hados me lo permitan…
Esta vez no pude ir a celebrar los 5 años en casa de Pablo Rizzo, en este momento estarán allí, quizás brindando. Yo también brindo con lo que en por acá tengo a mano, mi compu y mi mate amargo, y les mando un gran abrazo de felicidades, a tod@s l@s solarenses de buena voluntad!

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