El conocimiento, la creación artística en todas sus vías de manifestación, deben fluir libremente. Como savia, como sangre viva, en este maravilloso organismo que es la humanidad. La inspiración es una sagrada conexión con el mundo abundante e inmaterial de las ideas, donde la belleza y el bien aguardan silenciosamente, esperando voces y manos que lo conecten con el mundo material. Así, el sentido de la cultura es vivificar nuestra práctica, embellecerla, transmitirle una orientación ascendente y evolutiva.

En el mundo de la luz, que cuando estamos inspirados percibimos en nuestra interioridad, todo brilla y palpita deseoso de expresarse. Es un caudal que fluye generoso hacia quienes despiertan a su voz, a su llamado, y pueden transmitirlo a sus hermanos. Cada uno su talento, cada uno su vía, y todo compartido. No mezclado de cualquier manera, sino ordenado y en armonía, como la bella música, con precisión matemática. La gran sinfonía de la nueva humanidad que entre todos tenemos la posibilidad de crear, y compartir con los demás seres del cosmos y de la naturaleza.

Vibración sanadora, regeneradora, buena onda para todos los seres de buena voluntad.